Hay una cosa que tenés que saber de mi... yo no soy una feta de jamón serrano, soy una feta de mortadelaaaa buaaaahhh!!!
Así fue como el fiambre tomó conciencia de sus clases sociales. Habiendo delimitado sus zonas de influencia, los pobres salamines, paletas y mortadelas se resignaron al fondo de la heladera, donde las brisas frescas llegaban poco y muchos sucumbían a los mohos, hongos y virus de todo tipo. Pero tenían un plan. Cuando el hambriento marido escapara de la estricta mirada de su mujer, bien entrada la noche, sintiéndose un prisionero de campo de concentración alemán, y abriera la puerta de la heladera; los fiambres piqueteros apagarían la luz, se abalanzarían sobre los burgueses jamones crudos y bondiolas en una toma de la bastilla/Drean y les sacarían el lugar para que el ansioso marido, en su afán de furtiva alimentación, los confunda y sean ellos los ahora elegidos, lideren ellos las comidas, impongan ellos un nuevo orden mundial a partir de la heladera.