Boludos, no saben lo que me pasó! Estaba caminando por la calle el otro día y de repente una de mis piernas se quedó dura. La otra se movía normalmente, así que empecé a dar vueltas en círculos, ya que no podía hacer otra cosa con una gamba dura. Se acercó un calesitero jubilado y emocionado sacó una sortija del bolsillo y cada vez que daba la vuelta por su lado me amagaba a ofrecérmela y no me la daba el muy puto. Al rato me sonrió con una lágrima rodando por su mejilla y me agradeció por tantos recuerdos. Le pedí ayuda a un señor que pasaba por ahí y le conté el episodio, pero me dijo que yo le daba muchas vueltas a las cosas, que nunca llegaba a ningún lado, que pase a verlo por su consultorio para seguir la sesión, y se alejó mientras yo lo mandaba a la putaqueloparió diciéndole que cómo iba a ir a su consultorio si no podía dejar de dar vueltas. Una minita pasó por ahí y le gusté. Me regaló una sonrisa y se puso de novia conmigo. Cuando yo encaraba para allá me decía -Ay, si, que lindo, podemos ir a ese bar de la esquina que es copado- y cuando encaraba para el otro lado me decía -Ah, bueno, también podemos ir a pasear por esa plaza- pero al rato se hinchó las pelotas, me dijo que era un indeciso y me cortó. Cuando cayó la noche me senté en el lugar y me dormí. Soñé que podía correr libre como un perro por la pradera, y cuando desperté recibí un telegrama de renuncia de mi pierna. Ya estoy buscando una reemplazante.