Hace unos años un amigo de donde yo laburaba me prestó el depto porque se iba de vacaciones. Me quedaba cómodo porque estaba cerca de la estación así que pasé 15 días viviendo solo por primera vez. Lo único que tenía que hacer era regarle las plantas y darle de comer al gato. No soy muy amigo de los gatos, pero no me importó. Era un gato negro muy cariñoso. Muy cariñoso.
Cuando yo pasaba por el living-comedor (no era un depto muy grande) siempre se acercaba a frotarse en mis pies y si dejaba la puerta del cuarto abierta siempre entraba y se subía a la cama. De hecho la cerraba porque me despertaba a la mañana lamiendome la mano.
Pero una noche pasé a la cocina a tomar agua y no se me acercó. Estaba en un rincón mirando el ángulo formado entre las dos paredes. No estaba quieto. Estaba siguiendo algo con la mirada. Me acerqué. Sus ojos se movían como si estuviera siguiendo el vuelo de una mosca frente a él. Pero no había nada.
En ese momento no me dio miedo, pero todavía me preguno qué estaría mirando ese gato.